Es una forma de expresión, que interactua con el
medio que la rodea, como forma artística, religiosa o de entretenimiento.
La utilización del lenguaje no verbal, convierte
la danza en un medio de comunicación, donde los bailarines expresan sus
sentimientos y emociones a través del movimiento, alcanzando, la danza,
un carácter estético comunicativo.
En virtud de la danza, se refleja la ilusión de
un drama que ilumina el escenario. Mediante la interpretación, el bailarín abre
su alma a través de la creación de un
coreógrafo. Este se ve acompañado por el
espectador, reflexivo a la obra que el artista ha creado, actuando como jurado
que premia con el más sublime de los aplausos, el resultado de un largo y
agotador camino, que se ha recorrido a través de un infinito surtidor de
esfuerzo y movimiento, destinado a la satisfacción espiritual del bailarín, que
se entrega cada día a lo que pocos son capaces de reconocer, el sacrificio que
conlleva el arte de la danza.
“Si puedes vivir sin la danza déjala inmediatamente, baila para vivir, vive para bailar” (Anónimo).
Jorge Sánchez Agramonte.